POLIZÓN
Sentado en el piso
a un costado del andén
con las botas llenas de polvo
y mil libros por leer,
llevo tu sonrisa a cuestas
y en el próximo pueblo me tatuaré
tu nombre viajando
y eternizado en mi piel.
Esperando con la armónica
en el bolsillo del vaquero
para saltar al último vagón
del próximo tren.